Cold weather | Warm family
Northampton es un pequeño pueblo de Massachusetts con unos 30mil habitantes, muy progresista en sus ideas políticas. La población homosexual no es una minoría y el casamiento entre personas del mismo sexo existe hace ya varios años. Jane y Joan son algunas de las parejas que hicieron uso de ese derecho.
Jane y Joan me toman como parte de la familia, ¡y yo a ellas!. Nunca falta comida en la mesa, o en el tupper para llevarme a casa. Conversamos con mucha confianza y siempre el humor forma parte del diálogo. Ellas y sus hijos Rosie y Ezra estuvieron hace tres años en mi casa, en Barcelona.
Ahora Ezra está estudiando ingeniería en la universidad de Northeastein, en Boston donde vive desde que comenzó el ciclo lectivo. El viernes fuimos todas a visitarlo y a comer juntas para para celebrar Janucá.
Mi objetivo también era fotografiar a Ezra en la universidad. En este proyecto fotográfico, sólo de retratos, pretendo fotografiar a los miembros de las familias que conocí hace diez años, en las situaciones en que hoy se encuentran. En este caso, Ezra estaría solo en la foto porque ya tiene una vida en, cierta forma, independiente del núcleo familiar. Por otro lado, en Northampton retraté a las madres con su hija Rosie, que aún viven en la casa familiar. En cierta forma, con la presencia o la ausencia de miembros de la familia en las fotografías intento dar pistas al espectador sobre los sucesos familiares.
Mi primera vez en Boston y un frío tan grande que no permitía casi estar en las calles, pero lo intenté. Visité un gran parque donde se inauguraba la temporada de patinaje sobre hielo, una larga cola de grandes y niños esperaban ansiosos sin preocuparse por las bajas temperaturas. Para llegar hasta ahí tomé el metro y me pensé dos veces el quedarme ahí adentro con la calefacción viendo pasar a la gente, pero mi curiosidad ganó y alguna que otra ardilla del parque lo agradeció por las nueces que les llevé de regalo.
Ayer Jane y Joan corrían en una carrera que había en el pueblo contra la violencia domestica. Cinco mil personas participaron en en ella.
La idea original era grabar la salida de la carrera, y después hacerle a Jane una pregunta que tuviera un grado de humor integrado, justo al pasar la maratón por la esquina de su casa. Ella aseguró que corría como una tortuga, que sería la última de la carrera, y que tenía una anécdota graciosa para contarnos.
Después de grabar la partida, Eliana y yo corrimos con cámara y el micro en la mano intentando entrevistarlas. Creo que la foto de ese día eramos nosotras dos, con largos abrigos y botas persiguiendo a una manada de deportistas que no podíamos alcanzar. A la milla, exhaustas, nos dimos por vencidas y decidimos cogerlas en otro punto del recorrido.
De manera ingenuas pensamos que las encontraríamos ya cansadas y que estarían caminando, no corriendo. A pesar del frío y la distancia recorrida aparecieron radiantes y a buena velocidad. Ahora la escena graciosa no era la respuesta que nos tenía que dar Jane, eramos nosotras nuevamente casi tropezando marcha atrás para poder grabarlas…
Al final de la carrera no pudimos encontrarlas, la multitud de gente lo impedía. Los corredores eran recibidos con una taza de losa como souvenir con chocolate caliente. Después de pasar veinte minutos buscándolas, decidimos pedir una taza. Seguíamos con cámara y micrófono en mano. Al pedirla nos preguntaron si habíamos corrido. Enseñándoles las cámaras aseguramos sin dudar, «¡no sabes cómo hemos corrido!». Así que tomamos el chocolate caliente y nos llevamos un recuerdo de Northampton.
Las entrevistas estos días en Massachusetts fueron maravillosas. Conversaciones profundas e íntimas. Rosie en su habitación color rosa habló sin temores y de manera inteligente. Claro que hubo que convencerla para poder hacerla allí, ya que no tenía muchas ganas de mostrar el desorden de la típica habitación de adolescente. Por suerte su madre Joan y ella se pusieron a por la labor y logramos hacerla allí. Lo que ya no pudimos controlar fue a uno de les bellos gatos que no dejó de masticar el cable del micrófono durante la entrevista.
Nos despedimos mientras Rosie tocba el ukelele y yo les explicaba a sus madres cómo publicar en este blog.
Pasta con pesto en un tupperware para Eliana y sopa de lentejas para mi. Las madres judías tienen buena fama en la cocina, aquí es lo mismo pero por duplicado.
Ahora estoy en el bus (con internet) rumbo a Nueva York. Mañana temprano vuelo a San Francisco, otras tres familias está esperándome.
Aprovecho a reflexionar sobre los días pasados, no pude tomar muchas fotos para ilustrar este blog, pero las imágenes rondan en mi cabeza. Charcos de agua congelados por el frío, casas calientes y cálidas personas.