El ecuador del viaje
Hace casi una semana que llegué a Oakland, California. Desde que dejé Nueva York y aterricé, el paisaje empezaba a cambiar, también las personas y el clima.
Al llegar al aeropuerto de NYC una de las primeras escenas que vi en la cola del taxi fue un coche grande con dos afroamericanos escuchando hip hop a todo volumen. Aquí, lo primero que vi al llegar al aeropuerto de San Francisco, fue un taxista pelirrojo con pelo largo y barba desarreglada como si hubiese salido de las primeras manifestaciones contra la guerra de Vietnam, a finales de los 60’s. NYC y SFO son dos ciudades, a mi parecer, radicalmente opuestas (pero ambas fascinantes). Acto seguido me encuentro en casa de mi amiga Leah capturando vídeo y comiendo noodles con palitos esperando ansiosa abrir la fortune cookie para leer la suerte que me espera. ¿No estaré yo dentro de una película en lugar de haciéndola?
También las temperaturas subieron diez grados en esta costa oeste, al fin dejé atrás el frío de NY. El ecuador de mi viaje se manifestaba literalmente en su expresión meteorológica.
Tenía ganas de escribir estas impresiones, pero desde que llegué no he hecho más que capturar, ordenar archivos de vídeo y audio y tener los primeros contactos personales después de diez años con las tres familias que participaran del proyecto en California y organizar la agenda. A decir verdad, este post lo empecé a escribir hace unos días, pero no tuve tiempo de acabarlo, me quedé varias veces dormida en el sofá intentando terminarlo… estos diez años para mi también han pasado.
El martes me encontré con Deb, en un mall, ella comió algo y yo me tomé una cerveza. La última vez que nos habíamos visto personalmente, Mateo, su hijo, apenas tenía unos días de vida. Me enseñó algunas fotos de él en su iPod, ¡está gigante, no me lo podía creer! En cierta forma es el barómetro de este largo proyecto, ya que fotografié su parto.
Hablamos sobre la muerte de Jess, su ex compañera y también madre de Mateo. De la buena relación que ella seguía teniendo con su hijo a pesar de su enfermedad. Es increíble que en un micro-mundo de diez familias, registrado por mi cámara diez años atrás, hayan pasado tantas cosas, incluso la muerte. Ahora Deb tiene una nueva familia, una familia patchwork o reconstituída. Mateo tiene dos hermanastros y Rob, un padrastro con el que parece tiene una muy buena relación.
The Mission (o recuperemos nuestra tierra)
The Mission es un distrito de San Francisco que está más cerca culturalmente de México y Centro América que de Estados Unidos. Parece ser que los mexicanos decidieron recuperar la tierra que EE.UU. había arrebatado a su país en 1848. En la calle 24 entre Valencia y Guerrero nos dimos cita con Silvia, Lyn y sus dos mellizos en un restaurante mexicano.
Hoy Liana y Che Alejandro tienen 13 años, por supuesto. Fue un reencuentro muy grato, con ellos y sus madres conviví casi un mes durante el proyecto Madres Lesbianas así que pudimos conocernos bastante bien durante ese tiempo. Silvia es mexicana, así que hicimos muy buenas migas en el pasado, ya que para mi México es como mi segundo hogar. Seis años residiendo allí sumado a la experiencia de vivir el levantamiento zapatista en carne propia fueron suficientes razones para considerarlo mi casa, mi hogar y haber encontrado mi familia.
Después de la comida acompañamos a los niños a la piscina, donde hacen natación sincronizada y jokey subacuático. Intenté repetir una bella foto que le tomé a Liana hace diez años, aún no la he logrado. A ver si la próxima semana, cuando las entrevistemos, pueda cumplir este desafío.
Del baño a las pistas
Cuando conocí a Gigi, vivía en un pequeño piso de Manhattan con su hija Shelly, y Lauri su compañera en aquel momento. Ella ensayaba con su guitarra en el baño y Shelly disfrutaba escuchándola, si lo hubiera hecho en la sala seguramente los vecinos de quejarían… Pero de todas maneras ese baño era multifuncional, servía como sala de ensayo, como locutorio. Era como un oasis, según me contó Gigi hace un par de días en la cafetería de Oakland donde nos reencontramos.
Ahora Gigi dejó el minúsculo baño de ensayos y también Manhattan, para pasar a las pistas de salas y discotecas para pinchar Dubstep como Dj con su colectivo Hella Gay. También dejó atrás su relación con Lauri, aunque siguen siendo muy amigas, o como ella misma me dijo, es como parte de su familia.
Las cosas cambian en diez años, muchas. No ha sido sólo la perdida de una persona lo que ha afectado a este proyecto, sino también la llegada de una nueva persona, el bebé que Shelly tendrá dentro de seis meses…
Así como Gigi fue la madre más joven que participó en el proyecto anterior, ahora será la abuela más joven. Y esto abre la puerta a la pregunta que hasta el momento todas las familias en esta segunda etapa me han hecho:
¿volverás dentro de diez años?