Newyorker
Greenpoint, Brooklyn. Casas de madera, el sol calienta pero el aire es frío. Las hojas de los árboles están rojas por el otoño. Tomo la linea L del metro hacia casa de Liz que vive en Manhattan. Me encuentro una banda tipo country en el subway, muy buenos. Me siento en Nueva York. Les tomo una foto y recuerdo Barcelona y las hordas de turistas, les dejo unos dólares por su música y su imagen prestada.
A Liz siempre la identifiqué como una clásica newyorker. Voy pensando en el retrato que le haré en unos días junto a su hijo Wolfe y Scout, su actual pareja. Ella trabaja en una organización sin ánimos de lucro ayudando a la comunidad LGBT a luchar contra el cancer, la National LGBT Cancer Network..
Me bajo de metro cerca de su casa, Union Square… me siento más aún dentro de una película yankee, dos tipos jugando al ajedrez en el medio del caos y edificios gigantes.
Camino hasta su casa, a unas pocas calles de ahí. Toco el timbre, se abre la puerta y nos reencontramos después de diez años. ¡Qué alegría!
«Update» acompañado con un té de jengibre buenísimo.
Me enseña los cuadros pintados por Wolfe, con materiales reciclados de la calle. Muy buenos, pensé que su madre exageraba cuando me lo contaba por mail… todas las madres lo suelen hacer con su hijos 🙂
Al parecer Wolfe es un personaje, ahora tiene 18 años y no es un chico fácil. Hace música, es un poco emo y le encanta usar vestimenta exótica y robar la ropa de su novia. Me volveré a encontrar con él después de diez años el próximo viernes.
Hablamos de Sout. Deja muy claro que él es parte de su corazón pero la relación que tiene con Wolfe es de amigos, no familiar. Scout tiene tres hijos, y es transexual. Me enseña algunas fotos de él y hablamos de lo que significa sentirse identificado con el género y el sexo. El viernes también entrevistaré a él. Tengo ganas de conocerlo.
Mañana empieza la maratón de rodaje, así que dejaré de escribir para preparar un poco el día de mañana. La familia de Jane y Joan me esperarán para la gran cena de Thanksgiving.